Huerto Roma Verde, un espacio de la CDMX con Acapulquito en la Azotea

Huerto Roma

Acapulquito en la Azotea

Se dice que la Colonia Roma es el nicho hipster de la CDMX. Andar sus calles significa descubrir cafecitos orgánicos, panaderías y cervecerías artesanales, espacios para hacer yoga, establecimientos de todo tipo a los que se pueden ingresar las mascotas. La Roma, es también el punto de encuentro de viajeros de distintas partes del mundo que llegan a México atraídos por su cultura y las historias que se cuentan se cuentan de la ciudad. 

Colonia Roma
Huerto Roma

Pero también, esta zona al centro de la CDMX, guarda en sus entrañas los vestigios de un desastre que sacudió al país hace más de 30 años, restos de una trágica historia de la que vecinos, migrantes y soñadores transformaron en un tributo de amor al planeta.

En el 234 de la calle Jalapa, una peculiar construcción se impone. Chispazos de colores sobre paredes de madera y garrafones de agua vacíos formando muros, contrastan con el paisaje urbano y atraen la curiosidad de propios y extraños.

De los escombros a la vida

"Los límites de la belleza solo existen en los límites de la mente" se lee sobre uno de los murales que bordean el Huerto Roma Verde, un espacio creado originalmente para el cultivo sustentable de plantas que al paso de los años se volvió un nicho para la practica de actividades culturales y oficios enfocados en la sustentabilidad.

Cursos, talleres, conciertos, presentaciones de todo tipo se imparten a personas de todas las edades, además se realizan eventos para la venta de productos artesanales y se promueve la cultura ecológica dirigidos por vecinos, viajeros asentados en la zona e invitados reconocidos por su labor ambiental.

El paisano Alberto Guinto fue quien me mostró el corazón de Roma Verde. Me llevó hasta ese rincón donde yacen empolvados los restos de una viga que hasta el año 1985 sostuvo uno de los edificios del conjunto habitacional que se derrumbó aquel 19 de septiembre.

Luego del desastre que cimbró la capital mexicana, el espacio quedó abandonado y al paso de los años se convirtió en este pulmón de la Colonia Roma administrado por un comité que procura actividades sustentables, culturales así como la venta de productos artesanales. 

Acapulquito en la Azotea

Alberto es el responsable de la iniciativa Acapulquito en la Azotea, se define como un artista emprendedor cuya inspiración es la nostalgia del Acapulco de ayer, el de las familias disfrutando de Playa Caletilla, el del hotel Las Brisas abarrotado por estrellas de Hollywood, el Acapulco que alguna vez fue el set cinematográfico más codiciado del mundo.

"Todos tenemos Acapulco en la azotea" me platica mientras se toca con el dedo índice la sien del lado derecho como señalandome su azotea, "y también lo tenemos aquí" y se toca ahora el pecho a la altura del corazón. Aunque su giro es por el momento la fabricación de muebles estilo Acapulco -esas sillas huevonas que no pueden faltar en la casa de un costeño- Alberto asegura que su marca va mucho más allá, la piensa como un concepto integral entorno a un momento de relajación, una charla entre amigos en un espacio acogedor, donde no falte el chilate, el agua de coco o el mezcal guerrerense.

Pero como suele ocurrir en muchas historias de emprendedores, la de Alberto surgió de una crisis. Un  fuerte accidente cuyas secuelas aún le cobran factura a su cuerpo, le hicieron repensar el rumbo de su vida "yo era un godines de nivel, tuve los mejores trabajos recién llegado a la CDMX, pero un día pensé que si me moría al día siguiente, quería irme satisfecho de saber que dediqué mi vida a lo que amaba".

Acapulquito
Alberto
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Durante nuestra charla frente al huerto sustentable, al interior de Roma Verde, el joven arquitecto de 33 años, compartió que hay un momento en el que la vida nos orilla a definir qué es lo que realmente nos llena el corazón y a definir cómo queremos vivir.

"Antes yo tenía un buen nivel de vida, viajé mucho, ganaba lo que tu quieras, sin embargo a mi me llenaban otras cosas, me ganó lo artista sabes, yo dije `yo quiero vivir de lo que a mi me gusta, hacer lo que a mi me gusta´ y aquí estamos disfrutando la vida con Acapulquito en la Azotea en un local de 2x2 metros en el pasaje del Huerto Roma Verde" con un taller en Teotihuacán y sus piezas ambientando espacios en destinos como Cuernavaca, Ciudad de México, Queretaro, Monterrey, Tulum, Tequila, Tepoztlán, Acapulco por mencionar algunos.

No es fácil dejar la estabilidad de un trabajo godín y más si es de nivel ¿Cómo hiciste para dejar el miedo y los prejuicios de lado?, ¿Has pasado por tu mente que tu proyecto que aún es muy joven, puede fracasar? pregunté.

Y seguido de un suspiro respondió con una sonrisa "Mi madre es mi máxima inspiración, Acapulquito en la Azotea es gracias a ella, ella es mi inspiración y mi sostén, si me caigo se que nada va a pasar porque ella me enseñó el valor de hacer lo que uno ama y eso ya es ganancia en cual quiera que sea el resultado".

Y matiza "la vida no es fácil como sea que la elijas vivir y para alguien que llega de fuera a vivir en esta ciudad, claro que es difícil, claro que sufres, pero tienes de dos o te duermes y dejas que la ciudad te aplaste o te armas de valor, crees en ti y tomas el riesgo para salir adelante".

Fuente: Historias Jocundas