En defensa de la Bahía de Acapulco

En defensa de la Bahía de Acapulco

Martha Cabrera Guerrero

Acapulco desde mediados del siglo XVI aparece como una marca geográfica prominente en la cartografía mundial. Mi amor por la cartografía antigua y mi especial interés histórico en Acapulco me ha llevado a consultar libros especializados, visitar bibliotecas y museos que exhiben bellísimos mapamundis y globos terráqueos. Caminar en las salas dedicadas al descubrimiento de las Américas, ya sea en España, Portugal, Holanda, Italia o Inglaterra, y comprobar que el nombre de Acapulco está inscrito en exquisitos caracteres latinos sobre piezas maestras de la cartografía de su tiempo, me llena de orgullo. Ahora me intriga porque un nombre tan icónico para la bahía de Acapulco desde el siglo XVI, se le quiere sustituir con el nombre de la Bahía de Santa Lucía.

Mis pesquisas me llevan a la primera propuesta por el historiador Tomás Oteiza Iriarte en el año de 1965 que sugiere, basándose en la publicación conocida como la Décadas de Antonio de Herrera y Tordesillas publicada en 1601, que Francisco Chico, que su nombre correcto es Francisco Álvarez Chico, “…al contemplar su hermosa bahía le puso por nombre “Santa Lucía”, siguiendo la costumbre establecida por los exploradores hispanos de denominar los lugares de acuerdo con el santoral, correspondiendo, por lo tanto, a ese día, el 13 de diciembre de 1521, año en que concuerdan la mayoría de los historiadores en que fue descubierto Acapulco…”. Esta propuesta carece de evidencia histórica sólida; en las Décadas de Herrera nunca se menciona que “Francisco Chico” descubrió Acapulco y no encontré tampoco, a historiadores reconocidos que concuerden con su propuesta de la fundación de la Bahía de Santa Lucía.

El nombre de Acapulco y el área costera donde se localiza la actual Ciudad de Acapulco de Juárez, tienen un origen prehispánico. Es en el Códice Mendoza creado en 1542 por comisión del Virrey Antonio de Mendoza, donde se ilustra por primera vez el glifo de Acapulco a la manera indígena y junto a él, su nombre en caracteres latinos. En un trabajo reciente de 2011 sobre Acapulco en los tiempos del reinado de Ahuítzotl, el reconocido historiador y especialista en la lengua náhuatl, el Dr. Miguel León-Portilla, aparte de proponer que Acapulco fue conquistado por el gobernante azteca Ahuítzotl en el año 7-Caña (1499), sugiere dos significados para el nombre de Acapulco fijándose en el glifo y la costumbre nahua de darse “gusto con los juegos de palabras”. Acapulco puede traducirse como “Donde se destrozan las cañas”, una alusión a la conquista de Ahuítzotl y también, se puede leer como “Donde hay cañas grandes”.

No se sabe, por el momento a la llegada de los españoles, quién y cuando visitó por primera vez Acapulco y su hermosa bahía. El conquistador Gonzalo de Sandoval en la primavera de 1523, emprende una campaña para pacificar a los belicosos yopes en la Costa Chica, con desastrosas consecuencias, que lo orillo a replegarse a la costa y continuar hasta Zacatula, en la desembocadura del río Balsas. De aquí, acompañado con Juan Rodríguez de Villafuerte, conquistador y constructor de navíos regresa a conquistar a los Yopes. Esto implica que por lo menos Gonzalo de Sandoval emprendió dos viajes por la costa guerrerense, Costa chica y Costa grande, y Juan Rodríguez de Villafuerte, el primero de varios viajes, que culminan con su nombramiento de encomendero de una buena parte de la Provincia Colonial de Acapulco. Para el año de 1532, Rodríguez de Villafuerte está construyendo en el puerto de Acapulco, dos navíos para Hernán Cortés. ¿Acaso fueron ellos los que informaron en Zacatula a Francisco Cortés de Buenaventura sobre las cualidades portuarias de Acapulco?

Hernán Cortés en una carta enviada a Zacatula y dirigida a su sobrino Francisco Cortés de San Buenaventura en el año de 1524, se disculpa por no haberle contestado sus cartas, en las cuales su sobrino se refiere a Acapulco. En esa carta Hernán Cortés le dice “…En lo que decís de la mudada del pueblo, me parece que es muy bien que se mude al pueblo de Acapulco, porque en él hay más calidades para el propósito de la navegación de esa mar, que en otro ninguno; y aun estará en él más a propósito la contratación para esta ciudad e puertos de la costa del norte, y como esperamos, Dios Nuestro Señor es servido que se descubra la especiería por esa parte;…Entretanto, podéis vos mandar facer en él asiento, donde ha de ser el pueblo: una muy buena casa junto al desembarcadero… buscar un buen asiento cerca del puerto donde fajáis una muy buena estancia de ajes e yuca, que aunque sea de la desta tierra, será harto buena, e que pongan muchos maizales todos los indios para que cuando os paséis tengáis que comer…”. Hasta ahora, es en este documento que se escribe por primera vez en carácteres latinos el nombre de Acapulco. Se sabe que Francisco Cortés de San Buenaventura, ese mismo año, se va a conquistar Colima, en donde muera año después y no se sabe por el momento, si envió a alguien a fundar el pueblo novohispano de Acapulco.

Lo que si sabemos es que la naciente fama de Acapulco como puerto natural en la costa pacífica de la Nueva España, ya había llegado a oídos del emperador Carlos V, quién instruye en secreto a su audiencia Real de la Nueva España, en una carta fechada el 5 de abril de 1528, que “Acapulco y su tierra, donde se hacen los navíos del sur”, pasen a ser parte de su real corona. Así, la historia del Acapulco colonial queda sellada y el nombre de Acapulco con su bahía, va a aparecer en los mapamundis más antiguos del nuevo mundo; un buen ejemplo es el “Universale” del italiano Giacomo Gastaldi del año de 1546, en donde se delinea lo que ahora es México y desde entonces aparece prominentemente la bahía de Acapulco. Otro ejemplo es el mapamundi de 1564 del famoso cartógrafo Abraham Ortelius, en donde Acapulco es una marca geográfica prominente en el continente americano.

Curiosamente, hasta el momento, no se han encontrado mapas específicos sobre el puerto de Acapulco para el siglo XVI. El mapa de Nicolás Cardona de 1614 es el mas temprano del siglo XVII, en el que se resalta orgullosamente el nombre de Acapulco sobre las aguas de la bahía, además de mencionarse otras marcas geográficas importantes de su tiempo como son: El “Castillo de San Diego”, “El Pueblo” de Acapulco, la playa “Los Manzanillos” y la punta “El Grifo”. La cartografía de Acapulco se va mejorando con el tiempo y los mapas del siglo siguiente, XVIII, incluyen más información sobre los nombres locales dados a sus bahías, playas, ensenadas, puntas, islas, farallones, morros, cerros y también, se amplia la información de su naciente paisaje urbano como la localización del poblado de Acapulco con sus iglesias, hospital, fuerte y otras construcciones en la franja costera; los nombres se repiten sin muchos cambios. En el año de 1791, se le da por primera vez el nombre de “Ensenada de Santa Lucía”, a una sección de la bahía de Acapulco, en el mapa de la expedición científica de Alejandro Malaespina. Este excelente mapa es reproducido y adaptado por el alemán Alexander Von Humboldt en 1804, el inglés Aaron Arrowsmith en 1810 y el francés Eugene Duflot de Mofras en 1844, por solo dar algunos ejemplos.

La ensenada de Santa Lucia, en los mapas mencionados, abarca lo que hoy conocemos como playa de Manzanillo y Honda, en el área del Acapulco tradicional. Es necesario mencionar que los nombres de las playas Manzanillo y Honda, están registrados en la cartografía de Acapulco desde el siglo XVII, que no es el caso de la ensenada de Santa Lucía que como mencionamos, aparece solamente hasta el año de 1791. Alejandro Von Humboldt describe que en la bahía de Acapulco, “…el puerto comprende la parte más occidental de la bahía entre la playa grande y la ensenada de Santa Lucia: allí muy cerca de tierra encuentran los buques un excelente fondeadero…”.

¿Qué ocurrió a finales del siglo XVIII, que se le da el nombre de ensenada de Santa Lucía a una pequeña parte de la bahía de Acapulco? Por el momento no lo sabemos, pero probablemente en los archivos históricos de ese tiempo se encuentre la respuesta. En defensa de la bahía de Acapulco, puedo decir que orgullosamente el nombre icónico de Acapulco ha sido plasmado en la cartografía mundial desde mediados del siglo XVI hasta nuestros días; no hay motivo alguno para cambiarle el nombre. ¿Ustedes qué opinan?