Cosas que siento y otras que odio sentir
Quizás en Acapulco no se impulse con ímpetu la cultura y menos la escritura, sin embargo, el año pasado fue publicada una obra sumamente poética por el autor Carlos Alfonso Abonza Ayvar. Quien diga que la poesía está muriendo se equivoca, ya que todavía hay autores mexicanos que buscan rescatar el verso como principal herramienta para expresar un sentir profundo.
Algo que es esencial antes de iniciar la lectura es realizar una pequeña introspección antes y mientras continúas con el proceso mantengas esa postura, debido a que el autor se esmeró en transmitir emociones tanto profundas como abstractas, sin duda, si las emociones las pudiéramos clasificar en una paleta de colores tengo la convicción de que en este libro podrías hallar todas. Los humanos suelen escoger dos caminos si hablamos de emociones; expresarlas o guardarlas...
En esta ocasión, Carlos no trata de esconder nada, todo lo contrario, se encarga de enseñarte un paisaje emocional múltiple, donde puedes hallar la nostalgia, la tristeza, la desesperación, el miedo, la ansiedad, el amor y una que en lo particular me parece cruel; la depresión. El libro alcanza una escala en donde sientes golpes y en otros momentos te abraza, son como dos posturas adversas que conviven perfectamente equilibradas.
Si buscas una obra que te acompañe en un viaje emocional que se halle bajo tu subjetividad, la disposición no será problema para digerir el contenido retórico y explícito, pues hay momentos en donde los poemas están sobrecargados de figuras retóricas y otros en donde el narrador habla de una forma natural, concisa y a veces profunda. En sí, el contenido está hecho para experimentar recuerdos o deseos de los que es imposible escaparse si es que el lector se ubica en un punto maduro, puesto a que la seriedad es un factor primordial para sentir de verdad el frenesí.
El arte está transformándose y por lo visible, puedo afirmar que el autor tiene muchas influencias sublimes de siglos pasados, lo cual es producto de una recopilación de lecturas y una pluma sagaz. La literatura ha tratado de convertirse en algo específico, sin embargo, la narrativa de Carlos Alfonso no siempre se siente explícita gracias a que existen ciertas libertades para la imaginación; y eso se ha estado perdiendo, vale la pena resaltarlo porque es una perspectiva artística agradable que no merece ser olvidada.
Poemas, pensamientos y cartas recrean un libro que se comporta como una cascada, porque el ruido es permanente y puedes sentirlo; a veces el libro deja de ser leído y el libro te lee a ti, esa tarea no es fácil de conseguir porque el hecho de sentirse identificado no surge como una casualidad, sino como una descripción. La psicología introspectiva te ata hasta acabar el último párrafo de la obra, es simplemente ver maravilloso como los jóvenes consiguen un espacio en la nueva era artística.
En lo personal, si le brindas las herramientas necesarias al libro puede hacerte llorar, los libros que logran aquella tarea son memorables. Jamás un libro se había acercado tanto a la terapia, es fascinante.