“La calle de la vergüenza” La prostitución, un debate tabú.

El martes 16 de julio, en el Cineforo Amanezer, a cargo de la organización Cultura Visual del Sur en coordinación con el Centro Cultural Rosalba del Pacifico proyectó la película “La calle de la vergüenza” dentro de sus actividades programas por el ciclo de películas “Mi Madre”

La Calle de la Vergüenza es una de las últimas películas del director japonés Kenji Mizoguchi, en este filme el director nos narra la historia de seis prostitutas que trabajan en el burdel “El país de los sueños” en la zona roja de Tokio.

Después de la segunda guerra mundial, muchas mujeres se ven obligadas a trabajar como prostitutas, en un Japón conservador, el parlamento discute constantemente una ley que prohíba la prostitución. Esto, sin embargo, lejos de alegrar a las protagonistas las pone en graves problemas, pues amenaza su único medio de sustento en el cual pueden salir adelante debido a la falta de oportunidades para una mujer.

La película a pesar de no mostrar desnudos o escenas de sexo no deja de ser cruda y perturbadora, la historia desgarradora de las protagonistas y el contexto que las obliga a llevar el camino de la prostitución nos hace reflexionar constantemente. Pues a pesar de la legalidad de la profesión el estigma moral marca definitivamente a las protagonistas, asilándolas de un Japón dicotómico.

Una madre que lucha constantemente con la idea del suicidio para sacar a su familia adelante, la prostituta que se aprovecha de los clientes, el padrote controlador, la madre traicionada que cae en la locura, la hija de una familia disfuncional, y más historias no menos impactantes, pero lamentablemente cotidianas son bien retratadas en el largometraje.

“¿Por qué me prohíben hacer lo que quiera con mi cuerpo?” Se pregunta una de las trabajadoras, la cual pronto debido a su edad se verá obligada a retirarse del oficio sin nadie que se haga cargo de ella.

Mizoguchi reivindica quizás uno de los oficios más difíciles y peligrosos, pero a su vez uno de los más infames y desacreditados.

El mensaje del director es claro, de que sirve prohibir la prostitución cuando las causas del problema no son atendidas, además señala la hipocresía de un Japón que demanda trabajadoras sexuales, pero por otro lado se les margina y son motivo de vergüenza.

Quizás la mejor película que he visto sobre el oficio más antiguo del mundo, la cual nos hace ver los distintos tonos de grises sobre el tema. La calle de la vergüenza abre un debate aun contemporáneo y la importancia de hablar un tema del que poco se menciona, pero mucho se critica.