Crítica de Pájaros de verano

Pájaros de verano

De lo onírico de la cosmología de los  Wayúu tribu del desierto de Guajira  a la sobriedad de contar una historia real sobre el narcotráfico; Pájaros de verano es considerada  la mejor película iberoamericana por los Arieles 2018; galardonada también como la mejor película, mejor música y mejor actriz por la magnífica interpretación de Carmina Martínez como Ursula la matriarca de la tribu, reconocida a su vez por el Premio Fénix 2018 obteniendo también el premio a mejor dirección artística por Premios platino 2019.

Con una introducción estilo documental etnográfico captura la mirada al primer instante al presentar de forma poética al territorio donde la historia se da. Cristina Gallegos y Ciro Guerra construyen una memoria descriptiva de los inicios de la  exportación de marihuana de Colombia a Estados Unidos alrededor de los70, poniendo el foco en una familia de comunidad wayúu  que se ve cautivada por la ventajosa ganancia que nace de la venta de esta hierba a los gringos.

Desde una mirada valiente y muy pensada, el argumento exalta el tema de la riqueza y el poder. Proyecta una reseña histórica arrolladora del origen del conflicto entre familias y la división de mandos, en donde lanza una crítica  hacia el  sistema político económico que avasalla la vida convirtiendo a la sociedad en una víctima más del ruin capitalismo  que dentro del trama terminará por manchar con sangre las tradiciones y costumbres de los wayúu  hijos del viento y la primavera.

A partir de un guión muy bien cuidado se desarrolla una historia bien contada, que desde la composición impecable en los encuadres y en el ritmo de los  planos fijos y móviles loga crear secuencias complejas que en relación al diseño sonoro van construyendo una atmosfera del pueblo, detallándolo de tal manera que te sitúa en el espacio de la acción.

Como pocas películas logra  plantear ideas complejas como el  Putchipü la base fundacional, de confiar en lo que se dice. El valor de la palabra, el valor de la vida que va devaluándose como moneda a la baja. El dialogo como solución de acuerdo que ha generado la armonía y la unión para poder resistir siglos ante las adversidades del contexto.

La historia contrasta con el modelo en que ha articulado para referirse al narcotráfico, visto desde la etnografía, con foco en los cambios que sufren las  familias indígenas de la  localidad, que cambian completamente su estilo de vida.

 Sin empujar al discurso moralista, y mucho menos mórbido que comúnmente exalta la sangre y la  figura del narco,  la directora  Cristina Gallegos y el director Ciro Guerra, invitan a construir una interpretación propia del problema a partir de poner en la mesa escenarios reales.

Con una poderosa dirección y madurez para narrar desde la imagen y sensibilizar con el ritmo y el sonido Pájaros de verano, es una gran película que trata un tema de carácter mundial, del cual desconocemos mucho y con la vanalidad con la que se ha tratado en otras producciones nos ha desensibilizado.Por eso es digno reconocer la labor de la directora y al director por seguir contando estos relatos, que nos ayudan a buscar y comprender nuestra propia identidad y nuestra historia.

 

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