Antonio I. Delgado - Maestro y Músico

Antonio I. Delgado - Maestro y Músico

 

Nació en Chilapa el 12 de marzo de 1891; murió en Chilpancingo el 23 de febrero de 1963. Quinto de los ocho hijos que tuvo el matrimonio formado por el abogado Eligio S. Delgado y la señora Isaura Casarrubias.

Inició sus estudios en la escuela particular de la profa. Refugio Ocampo y los prosiguió en el Colegio Teresiano fundado por el obispo Ramón Ibarra y González. Formó parte del coro de infantes de la catedral de Chilapa y en 1903 empezó a distinguirse como concertista de violí­n. A los 12 años presentó su primer concierto. Ejecutaba además el piano, el flautó­n y el clarinete.

En Chilpancingo se recibió de Profesor de Educación Primaria. En 1916 era director de una escuela particular en Ayutla de los Libres. Combinando sus actividades, a su cargo estuvo la audición musical programada en La Quebrada, de Acapulco, el 15 de septiembre de 1917. En 1922, fue maestro rural de la escuela de Apango y en 1923 de la primaria de Tixtla. Figuró como director de la Escuela Primaria Federal Justo Sierra de Chilapa.

En 1927, fungía como profesor de Cultura Musical en la Escuela Normal Rural de Cuernavaca, Morelos. En 1930, llegó como maestro a la Escuela Normal Rural de Tixtla, donde formó parte del equipo de maestros y alumnos que inició y terminó la construcción del edificio de la misma; un año después formó parte de la Misión Cultural destinada a Ometepec. En 1933, prestó sus servicios en la Escuela Rural de Ayotzinapa. También colaboró en la Escuela Normal Rural de Tlatlauquitepec, Puebla, con el profesor Raúl Isidro Burgos en 1935.

Laboró en Ayotzinapa hasta principios de 1941, año en que se trasladó al Distrito Federal para trabajar en la Dirección General de Enseñanza Normal. Fue maestro de Geografí­a en las escuelas secundarias del Distrito Federal. Maestro de la Escuela Secundaria 5 y orientador vocacional de la Escuela Secundaria No. 1 del D. F.

En 1944, con 53 años de edad, ingresó a la Escuela Normal Superior para estudiar la especialidad de Geografía. En 1947, con la canción Sureña, ganó el premio principal en el "Concurso de la Canción Guerrerense", convocado por el Gobierno del estado.

El artista y el maestro que habí­a en Antonio I. Delgado “a decir del maestro Raúl Isidro Burgos“ modelaban a un ser humano formal, tesonero, con gran sentido de responsabilidad y un profundo espí­ritu de servicio. Ambas personalidades se complementaban cuando afirmaba: La urgencia de material artí­stico para los festivales en la Escuela Normal Rural de Tixtla y Ayotzinapa nos llevó a crear bailables con temas regionales y nacionales. En la primera de estas instituciones, impartió las clases de Solfeo y Canto Coral, y organizó una estudiantina.

Desde su juventud tuvo el deseo inagotable de interpretar la belleza y plasmarla en el pentagrama. Fue autor de muchos paisajes musicales para las escuelas rurales y jardines de niños. Los poemas sobre las Cuatro Estaciones y las dos Rondas para Niños son prueba de que tení­a los conocimientos y la sensibilidad para llevar su música hasta los pequeños y hacerse entender por ellos. Durante sus años juveniles formó en Chilapa un cuarteto de cuerdas en el que figuraba, entre otros, el maestro Moisés Guevara.

Fue organista de la catedral de aquella ciudad. Director de la Banda Militar, División Sur de Acapulco, durante los años de 1918 a 1919. Maestro de Música en la Escuela Normal Rural del Estado de Morelos. Formó parte del Conjunto de Cuerdas de la Universidad Autónoma de Guerrero.

Su producción musical sobrepasa el centenar de composiciones, dentro de las que destacan: Costa Chica, chilena; Rí­o Azul, vals; Indita linda, campirana; Guerrero es una cajita, con letra del maestro Raúl Isidro Burgos; Refresquerita de Iguala; Evocación, vals; Chilpancingueña Bonita; Azucena; Hilos de Seda; Loma Bonita; Adiós al Violín; Tristeza Infinita, capricho. Bailables como: Olinalá, El Rebozo de Chilapa, Las Cadenitas, entre otras creaciones musicales, además de coros, rondas y juegos infantiles.

El 1 de enero de 1958, alcanzó la jubilación; el 23 de febrero fue objeto de un homenaje en Espinalillo, y el 28 de otro en Acapulco. En marzo del mismo año fundó en la Ciudad de México la Asociación Nacional de Tixtlecos y Amigos. En 1959, se estableció de nuevo en Chilpancingo, donde falleció.

Entre las pocas distinciones que le han otorgado podemos señalar: identificar con su nombre a la generación 1959 “1965 del Instituto Federal de Capacitación del Magisterio; grabar su nombre en las columnas de piedra de la Plaza Central de Chilpancingo, que honran la memoria de nuestros héroes y hombres ilustres; hoy se llaman Antonio I. Delgado la calle donde vivió y una de las escuelas secundarias federales de nuestra ciudad capital.

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