El cine de lo invisible “La camarista”

En las listas de lo mejor que va del año 2019; “La camarista” se engalana con el Ariel como mejor opera prima y el premio a mejor largometraje mexicano en el Festival de Morelia. Una historia nueva, con un personaje distinto, logra llegar a las salas de cine comercial, lugar privilegiado pues muchas películas mexicanas de este corte no llegan por falta de financiamiento en la distribución.  

Con una carga simbólica sutil pero con un trasfondo social real y palpable, La camarista invita a apreciar el trabajo, respetar y agradecer la labor de las personas que se desempeñan en este oficio para ganarse la vida.

Es una cinta femenina, no solo por la directora y la protagonista, sino porque refleja un trabajo que tradicionalmente se ha signado a personas del sexo femenino.  

 La dirección escénica así como la construcción del personaje, demuestran el tiempo y dedicación que la directora Lila Avilés le dedico antes de rodar la película; pues en un ritmo lento, que para algunos pudiera ser aburrido, Lila se mete en la piel de Eve, personaje central, interpretado por la acapulqueña Gabriela Cartol.

La historia se aleja del melodrama y la denuncia explícita, se centra en la intimidad, genera una atmosfera para permitir la subjetividad de quien la mire.

Eve, refleja muchas cosas; la soledad, el empeño, la desigualdad económica, el deseo de progresar, la frustración; pero sobretodo refleja la humanidad de un personaje cotidiano que generalmente permanece oculto.

Con la cámara de mi maestro en Ambulante Carlos Rossini, se emula la monotonía de los espacios comunes de un hotel, se sigue sin prisa a Eve quien va haciendo el aseo por las habitaciones, se detiene a contemplarla a percibir esos momentos de introspección cuando mira por la ventana.

Gabriela Cartol, se adueña de la película saliendo en cada una de las escenas; muestra que detrás de la limpieza y el orden de la habitación hay seres humanos que tienen sueños y aspiraciones. Cartol, que también ha actuado en “La tiricia” y la serie de canal 11 “Malinche”,  y en el largometraje “Sueño en otro idioma” es originaria de Acapulco, aquí trabajo como anfitriona de una restaurante cuando tenía 16 años.  

La vida sigue, y después de mantenernos en angustia por la incertidumbre de lo que Eve hará tras la decepción de que su sacrificio no es recompensado. El final es subjetivo, no explica bien lo que pasa, solo te hace sentir, sentir una tristeza pero opaca, tardada como el ritmo de toda la película.

Después de una hora cuarenta minutos de luces blancas y lo gris del interior que no nos dejan percibir con precisión, el tiempo; la camarista sale de la jaula de concreto y por primera vez  la luz brillante del exterior llena los espacios.

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