Acapulco espacio cultural de la violencia

Acapulco espacio cultural de la violencia 

 

La cotidianidad nos cohesiona a ciertos hábitos que se vuelven costumbres, tras este ritmo acelerado y repetitivo, con ausencia de reflexión, vamos construyendo patrones sociales que se insertan en la cultura. 

La cultura es todo aquello que se gesta en la sociedad, es la  base y el fundamento de lo que somos en lo público y en lo privado; la representación del conjunto de todas las formas y expresiones de un sistema de comportamiento determinado por las características del territorio y la época. 

La sociedad cambia cuando los modos de percepción y expresión empujan nuevas sensibilidades que reinterpretan el ambiente físico en donde eventualmente se generan acciones colectivas enmarcadas dentro de una ideología determinada.

Lo cultural no solo se agota en las obras musicales, los cuadros de pintura, las presentaciones de teatro o la creación de cine; lo cultural va más allá de las bellas artes; nuestros quehaceres diarios y los acontecimientos que caracterizan a nuestro entorno: El alto índice delictivo en tal colonia, la extorsión a comerciantes, el  acoso a jovencitas en la vía pública, la creciente cifra de feminicidios, el  bullying escolar; son algunos ejemplos que vemos todos los días y que están enraizados en los factores socioculturales de nuestro contexto. No se pueden cambiar de un día para otro porque son promovidos desde los patrones de crianza y están insertos en el sistema social en el que vivimos, (en el machismo, el elitismo, la discriminación a los grupos vulnerables, en lo antecedentes de impunidad que no generan justicia social).

Acapulco vive la crisis de inseguridad y violencia más grave de toda su historia, por lo que podemos decir que somos parte de una cultura de violencia, en donde los conflictos se gestionan a través de la violencia, siendo esta solo la consecuencia de un conflicto mal abordado, este tipo de violencia no se puede contabilizar, quizás eso haga que no la percibamos como tal y sea fácil de normalizar y en consecuencia invisibilizar. 

Por lo contrario, la cultura de paz integra varios temas como los derechos humanos, las leyes, el desarrollo sostenible, la diversidad cultural y otros que tienen como principal objetivo sentar las bases para la  noviolencia, todo desde la acción pacifica pero combativa, algunos de estos preceptos pueden parecer radicales, pues no coinciden con los modelos mentales construidos en los horizontes de la violencia y la marginalidad.

 Estamos en un momento histórico coyuntural para reflexionar sobre las formas y los modos con los que hemos aproximado la prevención y la intervención de la violencia como un problema multifacético. Para avanzar sin vacilaciones es fundamental poner el tema en agenda y asegurarnos en formalizar acciones que generen una conducta cultural desde el enfoque de construcción de paz.

La construcción de la paz en nuestro puerto requiere la voluntad del gobierno. Pero esa voluntad debe estar demandada por la petición ciudadana, la gente que en poco o en gran medida está dispuesta a invertirle a una cultura pluralista, inclusiva, respetuosa pero sobretodo de compromiso y participación.

 Todos y todas las que estamos seriamente comprometidas sabemos que no es fácil y que no depende solo de la voluntad individual; por eso cada quien desde nuestros roles, del ejercicio de nuestras actividades cotidianas, pensemos y actuemos para la construcción de una cultura de paz.